La idea de borrón y cuenta nueva es imposible de aplicar en cuanto a las relaciones, las humanas en general y las de pareja en particular. Hay que tratar de ser lo más consiente posible y hacerse cargo de lo que dice o hace. Y de lo que no se dice o no se hace también. En cuanto al amor, el pecado por omisión también cuenta.

Todo lo que he aprendido en mis 26 años de vida es a no dañar intencionalmente a nadie. Pero sé que, con todas mis falencias, con todos mis problemas, no puedo, a veces, evitarlo.
Lo único que me resta ahora es saber que existen segundas oportunidades, no para empezar de cero, sino para aprender.